El Enviado de Dios.

Eran dos argentinos sentados en un bar hablando de cosas hasta que llegan al tema de la religión y entonces uno de ellos dice:

"Sabés, yo soy el enviado de Dios."

Con lo cual el otro salta:

"Pero, ¿que decís? Soy yo el enviado de Dios."

Y asi se inicia una discusión sobre cual de ellos dos es el enviado de Dios hasta que uno de ellos sugiere preguntarle a un señor que estaba sentado solo en la mesa contigua:

"Disculpa, ¿a vos cual de nosotros dos te parece que es el enviado de Dios?"

A lo cual el señor responde:

"Que yo sepa aun no he enviado a nadie".